MORIRÁS CUANDO DIOS QUIERA

    Recuerdo una noche de fin de año, que regresé de trabajar muy cansada. No me apetecía ir a ninguna casa sola. Nunca me gustó dar pena. Así que decidí celebrar ese fin de año de una forma excepcional. Me miré en el espejo y me guiñé un ojo. Decidí que lo mejor sería abrir una de esas botellas de Don Perignon que me habían regalado por mi cumpleaños y, porque no, una lata de caviar beluga iraní. Esas fechas eran muy tristes para mí, hacía años un día como este me lo pasé velando a mi madre. Continue reading