VIVÍAN EN MI

    Sonó el timbre. La hora crucial había llegado. Por el pasillo corrían como locos los recién llegados de los primeros curso. Escondidos tras las escaleras, vimos como, el verdugo, salía de su despacho dispuesto a cercenar nuestras cabezas. Era una prueba sorpresa. Creo que era la represalia a nuestra imprudente forma de actuar. Ni cortos ni perezosos amarramos una rana en el asiento del profesor, cuando se sentó oímos su quejumbroso croar. Continue reading