UNA VIDA EN COMÚN

Era tarde y regresé a la oficina después de comer. No había mucho trabajo, pero me servía de excusa para no estar en casa tan temprano. Recién casado contaba los minutos para llegar, pero el insufrible carácter de mi mujer me hicieron que me fuera buscando alguna que otra distracción. Amantes fugaces y amigos de barra de bar. Ambos desaparecían cuando aparecía la resaca. Intenté no desesperarme y llamé a Roxana, mi secretaría. Necesitaba un café bien amargo y caliente junto a una galletitas de chocolate. Qué placer. A veces los placeres más simples son los mejores. Repuesto con mi dosis de cafeína le pregunté sin mucha esperanza a Roxana, si me quería acompañar a ver Norma. Continue reading